Los días de Máximo Thomsen están siendo muy duros en el penal de Melchor Romero. El rugbier está alojado en soledad, después de tener fuertes diferencias con los otros cuatro rugbiers condenados a perpetua, soportando como puede el hecho que lo llevó a la cárcel.
Según informó Crónica TV, el estado de Thomsen trae preocupación en el penal por las angustiantes noches que pasa.
“Mi vida no tiene sentido, nadie me quiere”, sostiene entre lágrimas. “Se la pasa llorando. Lee la Biblia” relatan desde el penal.
Fuentes cercanas indicaron que “tienen miedo de que se quite la vida”.
El joven tenía una buena vida en Zárate, donde nació y en donde creía que le esperaba un gran futuro deportivo. Pero sus actos, cambiaron el destino que imaginaba.
Su vida cambió por completo después de sus vacaciones en Villa Gessel y su entorno no lo aceptó, además de que el club de San Isidro inmediatamente lo expulsó cuando se lo acusó del crimen de Fernando Báez Sosa.
“Máximo no era el que buscaba pelea, esos eran los Pertossi, pero cada vez que había piñas Máximo se transformaba y no lo podían parar”, relataron personas cercanos.