El gobierno japonés fue objeto de críticas por parte de varios países alrededor del mundo luego de su decisión de liberar agua radioactiva en el océano procedente de la planta de Fukushima. Sin embargo, el primer ministro japonés respondió de manera contundente, sosteniendo que el vertido no tendría efectos contaminantes. Como demostración visual de su confianza en la seguridad de los productos marinos de la región, el primer ministro y su gabinete compartieron un almuerzo de sashimi con mariscos capturados en la prefectura de Fukushima.
La iniciativa de convertir esta comida en un evento político se originó en el propósito de brindar apoyo económico a la zona, ya que varias naciones, incluyendo a China, habían prohibido la importación de mariscos japoneses debido a las preocupaciones sobre la contaminación radiactiva.
Acompañando al primer ministro Kishida en este almuerzo estaban el ministro japonés de Economía, Comercio e Industria, Yasutoshi Nishimura, el ministro encargado de las políticas relacionadas con la infancia, Masanobu Ogura, y el ministro de Finanzas, Shunichi Suzuki. La intención detrás de este gesto público era transmitir confianza y seguridad a la población, en un momento en que la liberación de agua radiactiva había suscitado dudas y preocupaciones.
En medio de este debate, Japón llevó a cabo un exhaustivo análisis del vertido de agua radioactiva desde la planta de Fukushima. Aunque las pruebas realizadas en el agua de mar cerca de la central nuclear no reportaron radiactividad, surgía una creciente necesidad de tranquilizar a la población acerca de la seguridad del agua y los productos marinos de la región.
El proceso de liberación del agua contaminada fue supervisado tanto por las autoridades japonesas como por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) para asegurarse de que cumpliera con los estándares internacionales de seguridad. El agua fue tratada con el sistema ALPS, diseñado para eliminar la mayoría de los materiales radiactivos, con la excepción del tritio y el carbono-14. A pesar de los esfuerzos por la transparencia, la controversia en torno a la liberación de agua radiactiva continuaba siendo un tema de preocupación y debate a nivel global.
En un capitulo de Los Simpsons, ocurrió algo similar: Bart y Lisa pescan un pez mutante de tres ojos llamado “Blinky” aguas abajo de la central nuclear, lo que provoca un gran revuelo mediático. El gobierno estatal envía un comité a investigar la planta nuclear, propiedad del Sr. Burns, que está plagada de violaciones regulatorias costosas de corregir. Burns decide postularse para gobernador para cambiar las reglas y evitar los costos de reparación. Sus consejeros le sugieren que mejore su imagen y actitud para ganarse a la gente. Burns protagoniza un anuncio televisivo debatiendo con un actor que interpreta a Charles Darwin sobre Blinky y hace promesas políticas para ganar apoyo. En las encuestas, empata con la actual gobernadora. Antes de las elecciones, Burns cena en casa de los Simpson para mejorar su imagen, generando divisiones en la familia. La cena toma un giro inesperado cuando Marge sirve a Blinky como plato principal. Burns intenta comerlo pero escupe el bocado, lo que es capturado por las cámaras y arruina su campaña. La gobernadora Bailey gana las elecciones y los Simpson vuelven a estar unidos.