Ayer, la Cámara 5ª del Crimen, en forma unánime con jurados populares, condenó a prisión perpetua a Jeremías González. El hombre fue encontrado culpable del homicidio agravado por violencia de género contra su esposa Juana Valdéz.
Antes de que le leyeran el veredicto le cedieron la palabra y lo único que esbozaron sus palabras fue un: “Soy inocente”.
Jeremías González se había casado con Juana en febrero de 2020. Fue en septiembre del mismo año que la mujer fue “hallada”.
La mujer estuvo desaparecida por tres meses pero nadie lo notó, nadie la buscó. Fue casualmente González quien motivado por contraer nuevamente nupcias cometió un error que le valió la cárcel.
El asesinato se habría producido a mediados de Junio. Al querer contraer nupcias se le pedía el certificado de defunción, algo que no podía conseguir de otra manera que fingiendo el hallazgo del cuerpo cuando “limpiaba un terreno baldío”.
De no ser por esto, tal vez “la mujer podría haber quedado desaparecida para siempre. Nadie la buscaba, nadie preguntaba por ella” según las palabras del fiscal de Cámara, Marcelo Fenoll recogidas del informe del periodista Claudio Minoldo publicado en el diario La Voz del Interior.
Ninguna de las cuatro hijas de la víctima, ni ningún otro familiar se percató de la ausencia de Juana quien, más allá de sufrir alguna discapacidad y de tomar psicofármacos, aparentemente andaba muy sola en la vida.