Hace seis días, un niño de dos años y medio desapareció en la pequeña localidad de Le Vernet, en la región de Alpes de Alta Provenza, en Francia. El niño, llamado Émile, fue visto por última vez el pasado sábado por la tarde, y todo el país está pendiente de su destino.
Ese día marcaba el inicio de sus vacaciones de verano. Émile, de cabello rubio y ojos marrones, con una altura de 90 centímetros, llevaba puesto una remera amarilla, pantalones cortos blancos y botas de montaña. El niño estaba jugando en el jardín de la casa de sus abuelos, quienes estaban a cargo de su cuidado, cuando de alguna manera desapareció.
“Accidente, homicidio o secuestro”, todas las hipótesis están sobre la mesa, según afirmó Rémy Avon, fiscal de Digne-les-Bains. Este miércoles, confirmó que el niño aún no había sido encontrado y que la búsqueda “no ha proporcionado, hasta ahora, ninguna información nueva”. A pesar de los esfuerzos realizados, el fiscal reconoce que no tienen ninguna pista, información o elemento que pueda ayudar a comprender esta desaparición.
La última operación de búsqueda se llevó a cabo este viernes por la mañana y podría durar hasta las cuatro de la tarde. 52 gendarmes del escuadrón móvil Gap fueron movilizados para rastrear varias áreas en las afueras de Le Vernet, una localidad con apenas 125 habitantes. Esta será la última etapa de la búsqueda en el terreno.
Se han revisado las zonas escarpadas de los alrededores y todas las casas “según la información proporcionada por los residentes”, informaron los gendarmes. Ahora, se inicia el “análisis de la considerable cantidad de información y elementos recopilados durante los últimos cuatro días”, según comunicó el fiscal.
El niño logró escapar de la vista de sus abuelos. “Mientras cargaban el automóvil frente a su casa sin puerta, donde pasarían la mayor parte de las vacaciones, los abuelos no vieron salir al niño”, declaró François Balique, alcalde de Le Vernet, a Franceinfo.
Según Balique, “algunas personas lo vieron caminando por la carretera, pero no se preocuparon porque los niños circulan libremente por el pueblo…”. “Lo vieron pasar en el momento en que escapaba de la vigilancia de sus abuelos. No hay cercas. Los niños son libres en los pueblos, no hay peligro. Es un pueblo tranquilo. Solo hay turistas que vienen a pasear”, añadió.
Esta información es confirmada por el fiscal Avon: “Tenemos 125 habitantes que se conocen entre sí. No es raro, como ocurre en muchos pueblos de Francia y en nuestro departamento, que los niños sigan jugando afuera de sus casas, en la plaza, sin que nadie se preocupe”.
En el momento de su desaparición, Émile no estaba solo con sus abuelos. Según la Fiscalía, también había otros miembros de la familia presentes en la casa, aunque no se encontraban ni su padre ni su madre. Los medios franceses informan de una reunión familiar con varios tíos y tías del niño.
Una fuente cercana a la investigación confirmó a BFMTV que alrededor de diez personas en total estuvieron en la residencia familiar durante el fin de semana. Un vecino cercano también confirmó a los medios franceses que había visto al niño el sábado por la mañana junto a otros niños.
La familia de Émile pasa sus vacaciones en Le Vernet desde hace veinte años, según declaró el alcalde Balique a la AFP. Los abuelos maternos del niño tienen una segunda residencia allí.
El alcalde no cree que se haya producido un secuestro. “Le Vernet es un callejón sin salida, se ve todo el tráfico. Estamos en Haute-Provence, un pequeño pueblo con unas veinte casas, se ve todo. Descartaría esa posibilidad. Creo que es muy poco probable. Aquí, cada automóvil que pasa es examinado, así son las cosas, así es la vida en el pueblo”, declaró.
Ahora, tras una búsqueda infructuosa, comienza la investigación tecnológica. Los investigadores intentan determinar exactamente qué teléfonos móviles se encontraban en la zona en el momento de la desaparición de Émile. En la zona solo hay una antena de telefonía móvil y se espera que proporcione información vital sobre la desaparición del niño.
Esta antena registra sistemáticamente todos los números de teléfono móvil que pasan por las inmediaciones, junto con la hora de conexión. Los investigadores también revisarán los registros de las otras seis antenas situadas en un radio de 20 kilómetros alrededor del pueblo, según informó Franceinfo.
Le Vernet es considerado uno de esos lugares en los que nunca pasa nada, pero en su caso, esa regla no se cumple. En 2008, los vecinos quedaron conmocionados por el asesinato de la encargada de una cafetería local. Posteriormente, en 2015, el pequeño pueblo se vio afectado directamente por el accidente de un avión de Germanwings. El copiloto, Andreas Lubitz, estrelló deliberadamente la aeronave, cobrándose la vida de 150 personas.