LOS PAPÁS DEL NENE ATROPELLADO EN ELCANO SIGUEN ESPERANDO EL ALTA
Publica hoy La Voz del Interior: Es como una pesadilla”, expresa Samuel, papá del pequeño Oliver Jesús Miranda mientras se despeja un poco sentado afuera del Hospital de Niños de la ciudad de Córdoba. Su hijo, de un año y tres meses y ahijado del presidente Mauricio Macri, aún lucha por su vida.
El mal sueño empezó el pasado jueves 17 de abril cuando una camioneta municipal aplastó a su hijo provocándole múltiples fracturas. El siniestro vial ocurrió cuando el pequeño jugaba fuera de su casa de la localidad de Sebastián Elcano con sus hermanos. Luego de pasar por el hospital de San José de la Dormida, lo derivaron a Córdoba.
Mientras Oliver quedó internado, sus padres aseguran que quedaron a la deriva, sin un lugar fijo para quedarse, y donde el centro de su vida es la cama del hospital donde el pequeño se recupera de manera lenta. Sufrió fractura de cráneo, tórax, pierna, y también tuvo sus pulmones afectados.
“El primer día, en San José de la Dormida, cuando entré y lo vi no lo reconocía por cómo estaba”, recuerda Samuel con pesar.
El hombre habla pausadamente, arrastrando el cansancio con la esperanza de ver a su hijo salir del hospital en algún momento y ver a su familia reunida de nuevo. Apenas tiene una reposera para pasar los días y las noches en la sala junto a Oliver.
Él y su mujer, Melina, se encontraron de repente en la Capital provincial y desempleados. Sobreviven gracias a la ayuda del Gobierno nacional, que estuvo en contacto con ellos desde que trascendió que el pequeño era ahijado del Presidente.
Una asistenta social de la ciudad de Córdoba los visita periódicamente para ver cómo están y ayudarlos en trámites.
Estuvieron un tiempo en una pensión atrás del hospital, gracias a la ayuda del Gobierno nacional. Samuel dormía por las noches para poder estar largos días acompañando a su hijo en la terapia intensiva, donde sólo uno de los padres podía estar. Agradece el buen trato y la calidez de médicos y enfermeras de la unidad.
“Uno no puede hacer nada más que acompañarlo. Le agarro la manito y cuando se la quiero sacar no me deja, me reconoce. Me aprieta la mano de nuevo y no quiere que se la suelte”, cuenta. Oliver se mantenía medicado e intubado y con uno de sus ojos vendado. “Me mira con su ojito con un sufrimiento… Cuando vienen los médicos se asusta, le tiene miedo a las agujas”, relata.
Inseguros
En la unidad de Terapia Intensiva se viven condiciones tensas de un lado y otro de la puerta. Afuera, los padres y familiares de los niños internados esperan novedades de sus pequeños. Charlan un poco o dejan que el silencio circule entre ellos junto con el mate. Algunos tienen reposeras y otros aguantan en las duras sillas del hospital.
Una de esas noches de espera, dos hombres entraron a robar. La puerta no tiene seguro, y si bien sólo puede abrirse desde adentro se mantiene entreabierta para que los padres puedan entrar a ver a sus hijos. Pero alguien se aprovechó de la situación e ingresó a la unidad para llevarse un par de mantas. Ahora, los padres intentan organizarse entre ellos para que no vuelva a pasar.
Mientras tanto, en Sebastián Elcano los seis hermanos de Oliver extrañan a sus padres. Melina va y vuelve para verlos mientras acompaña a su hijo internado. “Ellos quieren que uno de nosotros se quede acá y que el otro vaya para allá. Piden sobre todo por su mamá”, dice Samuel con una tenue sonrisa. La hermana de Samuel los cuida.
“Tengo que mantenerme fuerte y darle fuerza a todos ellos”, expresa. “Yo le digo a Melina que ya vamos a salir de acá y vamos a estar bien, juntos”, se esperanza.
Luciano Parietti, director del hospital, confirma que Oliver está estable y que ha tenido “muy buen avance”. Explica que a medida que pasa el tiempo se le van realizando pruebas para ver cómo responde, y que resta ver en qué estado está su “parte neurológica más fina”. “Hay que hacer juntas médicas para planificar cirugías, ya que necesita atención tanto oftalmológica como neurológica, cirugía plástica, etcétera”.
A pesar de la colaboración nacional, la familia necesita ayuda. “A esta altura, necesitamos de todo” dice Samuel que ya lleva un mes lejos de su hogar, y no sabe cuánto más le falta para volver.
Por Micaela Lucero para la sección Susesos de La Voz del Interior.
Los que deseen colaborar pueden comunicarse con Verónica, tía del pequeño, al 3856-404330.
Publicación original: https://www.lavoz.com.ar/sucesos/larga-angustia-en-sala-de-espera